Discutiendo en Nochebuena sobre la verdadera Nochebuena: a Dios se lo quiere apropiar de siempre la derecha, pero la vida de Jesús nos les deja sino todo lo contrario

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«Jesús hubiera sido un magnífico portavoz de los derechos humanos». El portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía cree que «la ideología de izquierdas es la de la igualdad, y parece que la de derechas es la de la diferencia».

M. Muñoz Fossati | Diario de Sevilla, hoy

Entrevista, aquí


Comentario: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”. (Marcos 12, 29-31) Y la izquierda no cree en Dios, sin el primero no tiene sentido el segundo.

Y yo he creído siempre exactamente lo contrario: sin lo segundo no tiene sentido lo primero.

Feliz Nochebuena

 

“En todos los tiempos, en todas las culturas ha sido constante el anhelo del ser humano por alcanzar la felicidad. Todos aspiramos a la felicidad y la buscamos de mil maneras. ¿Lograremos encontrarla?. Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas, y el consumismo es la forma actual del bien máximo. Pero la figura del “consumidor satisfecho” es ilusoria: el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. Podemos buscar la felicidad en el triunfo, en la fama, en los honores. Pero ¿no es todo eso sino pura vanidad, en definitiva nada o casi nada? Otro modo de búsqueda de la felicidad es la autocomplacencia: así, el goce del propio placer, el deseo de perfección o la práctica de la virtud. Aspiramos a la felicidad, pero aspirar no es lo mismo que “buscar” y, todavía menos, que “conquistar”, ni fuera ni dentro de nosotros mismos. La felicidad es un don, el don de la paz interior, espiritual, de la conciliación o reconciliación con todo y con todos y, para empezar y terminar, con nosotros mismos.
Para recibir el don de la felicidad el talante más adecuado es, pues, el desprendimiento: no estar prendido a nada, desprenderse de todo. La felicidad, como el pájaro libre, no está nunca en mano, sino siempre volando. Pero tal vez, con suerte y quietud por nuestra parte, se pose, por unos instantes, sobre nuestra cabeza.”

El don de la felicidad

José Luis López Aranguren