Hace trece años, todas las televisiones del mundo salpicaron sus informativos con cruentas imágenes de la Guerra de los Balcanes. El nudo de las operaciones se localizaba en Mostar, capital oficiosa de Bosnia Herzegovina. La ciudad -imagen de la tolerancia durante décadas por la idílica coexistencia de las comunidades serbia, bosnia y croata- casi desapareció del mapa presa de una vorágine de violencia total. Sus protagonistas, los propios habitantes, hasta ese momento cordiales vecinos.
Los baskonistas Zoran Planinic y Mirza Teletovic vivieron aquella pesadilla en primera persona. En carne viva. A pie de cámara. Durante aquella época tan sólo eran dos chavales más, a quienes sus padres trataban de proteger de cualquier peligro. Lo consiguieron. A fuerza de pasar semanas escondidos en los sótanos de sus viviendas. Como otras muchas familias.
Este dúo pone cara a las dos principales comunidades que conforman Mostar en la actualidad. El base, cristiano croata. Musulmán bosnio, si se le pregunta al bisoño ala-pívot. Oeste y este de la urbe. Nunca coincidieron en aquel infierno. Hoy son «compañeros y amigos». Un ejemplo de tolerancia. Y, aunque no olvidan un pasado tan cruel, prefieren mirar al futuro con esperanza. Hermanados.
Voladura del puente
Planinic, de 24 años, posee la nacionalidad croata y es internacional absoluto con ese país. Gracias a un tratado especial suscrito por los gobiernos de Croacia y de Bosnia, todos los nacidos en la zona oeste de Mostar pueden adquirir ese pasaporte. «Me siento y soy croata», recalca el jugador, que tiene la doble nacionalidad.
Durante la guerra, musulmanes y cristianos se aliaron para expulsar a los serbios. Cuando lo lograron prendió un nuevo conflicto entre ellos. El clímax de aquella atrocidad se vivió el 9 de noviembre de 1993. Aquel infausto día, la artillería croata voló el puente de Mostar, el símbolo de este enclave patrimonio de la Humanidad. La imagen de la tolerancia saltó por los aires. Fue el momento más crítico.
«Afortunadamente, las cosas están cambiando. La gente está viviendo ahora en cierta armonía, casi como antes» (de la guerra), subraya Teletovic, de 21 años. «Pero, por ejemplo, yo no puedo moverme con tranquilidad en la zona musulmana», le rebate su director de juego. «Puedes entrar, pero te sientes incómodo y lo mismo les ocurre a los habitantes del barrio ante mi presencia». Su compañero, sin abrir la boca, hace un gesto de aprobación.
¿Cómo superaron un episodio tan duro? «Pasaba todo el tiempo en el sótano de casa, sin salir al exterior. Oía los aviones militares, el paso de los camiones…», rememora Planinic, que los primeros seis meses de contienda estuvo desplazado en Croacia.
«Éramos muy jóvenes y, realmente, no eres demasiado consciente de lo que está sucediendo en realidad y por qué. Incluso llegabas a pensar que era algo normal», agrega el base. Teletovic superó idéntico calvario. «Ni siquiera podíamos ir a la escuela», admite. El ‘cuatro’ vivía -su familia aún lo hace- en una aldea situada a diez kilómetros de Mostar. «Mi pueblo fue atacado y recuerdo que la cancha donde deberíamos entrenar fue destruida», cuenta.
Se calcula que aquel enfrentamiento bélico dejó en Bosnia más de 200.000 muertos, 1,2 millones de refugiados y una cantidad similar de desplazados internos. Las ciudades de Mostar, Srebrenica y Sarajevo fueron las más afectadas por la ola de combates.
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Hoy, en Mostar y sus alrededores quedan pocas huellas de aquel sinsentido. El ‘Puente Viejo’ (Stari most) fue reconstruido en 2004 gracias a una generosa donación de la Unesco. Y sus 125.000 habitantes tratan de restañar heridas. Incluso se está gestando una incipiente industria turística. «Mucha gente en esta parte de Europa piensa que todavía hay fronteras y problemas, pero no es así. Hay edificios, escuelas, se está construyendo mucho… Para mí es un sitio normal», considera el ala-pívot azulgrana, que vuelve a su hogar a la menor ocasión.
Una vez reestablecida la paz, Zoran y Mirza trataron de recobrar su infancia. El deporte de la canasta se convirtió en la principal senda hacia la normalidad, hacia una vida mejor. «Cuando acabó la guerra empecé a jugar al baloncesto y sólo pensaba en el baloncesto. Cuando eres joven no das importancia a la guerra. Jugar era una especie de válvula de escape. Se trataba de la mejor opción para no detenerse en todo lo que había sucedido», asume Teletovic, uno de los puntales de la selección bosnia.
Lo hicieron tan bien que enseguida despuntaron. El elegante Planinic, a través del legendario Cibona, se plantó en la NBA con 21 años. La pregunta es cuánto durará en el Baskonia. Teletovic se curtió en la novel competición local y, previo paso por Bélgica, trata de amoldarse ahora a la exigencia del TAU.
Tanto uno como otro aprecian la suerte que han tenido. «Somos privilegiados», concreta el base. «Es genial cuando se te acerca un chico a pedirte un autógrafo. Te da motivación extra para continuar, para seguir trabajando duro». Teletovic añade que «soy joven aún y cada día estoy descubriendo nuevas cosas gracias a este deporte». ../…
Es el baloncesto. La oportunidad de sus vidas .
Fuente: © TAU Baskonia/noticias.info/
28 agosto, 2009
Categorías: General . . Autor: asmonteseirin . Comments: Deja un comentario