Sevilla, los niños primero

 

El programa Ciudades Amigas de la Infancia nació  con el objetivo de promover los Derechos de la Infancia y tener en cuenta sus necesidades en el desarrollo de las políticas activas municipales en defensa de la infancia. Desde dicho programa se pretende impulsar y promover la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño en el ámbito de las entidades locales. Para ello es necesario considerar lo Derechos de la Infancia como una prioridad en las políticas municipales. Reconocer que el municipio es uno de los principales ámbitos de socialización del niño, la niña y los adolescentes y que, por ello, ha de convertirse en un aliado clave para conseguir que el niño, la niña y los adolescentes encuentren en su barrio, pueblo, ciudad, un entorno seguro y enriquecedor que le permita alcanzar su pleno desarrollo físico, psíquico, social y moral.Una Ciudad Amiga de la Infancia es un sistema local de buen gobierno comprometido a garantizar los derechos de los niños, las niñas (entendiendo por niño y niña a toda persona desde su nacimiento hasta los 18 años). El proceso de construcción de una Ciudad Amiga de la Infancia es el proceso de aplicación práctica de la Convención sobre los Derechos del Niño liderado por el gobierno local. El objetivo consiste en mejorar la vida de los niños, niñas y adolescentes  ahora, reconociendo y realizando sus derechos y, por tanto, transformando a mejor las comunidades para el presente y para el futuro. La finalidad es comprometer a los responsables municipales de todo el mundo en la defensa y la promoción de los derechos de la infancia, movilizando los recursos necesarios para asegurar un desarrollo humano justo y solidario, basado en el principio de LOS NIÑOS Y NIÑAS PRIMERO, con acciones en materia de movilidad, espacios públicos, educación, cultura, desarrollo social y otros que den como resultado la adecuación de la ciudad a las necesidades de los niños y las niñas de Sevilla, articulando para ello tanto las actuaciones de las diferentes áreas municipales como de otras instituciones y organizaciones.

 

2 comentarios

  1. Al parecer la Empresa Pagés (explotadora de la Maestranza) vuelve un año más a “regalar” entradas a grupos de jóvenes acompañados por profesores para que asistan a las corridas que se celebran en dicho lugar en los meses de Mayo y Junio. En esta iniciativa colabora el Ayuntamiento de Sevilla y, lo que es más grave, requiere para su organización no sólo el beneplácito sino la participación activa de los Jefes de los departamentos de actividades extraescolares de los Institutos.
    El interés de los promotores es asegurarse un público que cada vez asiste menos a estos crueles y violentos actos donde se maltrata animales. Y ello sin que suponga ningún coste para la empresa, toda vez que habitualmente la plaza está casi vacía. No entendemos cómo los centros de enseñanza se prestan a semejante juego. Más si tenemos en cuenta que la crueldad y el maltrato de que son objeto toros y caballos (a veces también los toreros), están en contradicción con los valores éticos, morales y culturales que un Sistema Educativo moderno debe promover en la juventud andaluza.
    Que dichos valores de no violencia y respeto por los animales están cada vez más presentes en la ciudadanía andaluza, lo demuestra el descenso de su interés por las corridas, particularmente entre los jóvenes. Esto se manifiesta en el descenso de asistencia a estos actos execrables. Con ello la juventud demuestra, al menos en este terreno, estar más avanzada que muchos de los responsables de su educación.
    En consecuencia la iniciativa nos parece totalmente inapropiada, inaceptable e indigna de una sociedad que aspira a que su juventud adquiera una formación moderna para avanzar en el desarrollo económico, social y cultural de la Comunidad Andaluza. Por otra parte, la promoción de prácticas como las que se realizan durante una corrida de toros va contra la tendencia histórica en la que Andalucía está comprometida. Es una práctica anacrónica y que reproduce un tipo de relaciones sociales y de relaciones entre animales humanos y no humanos que deberían ser cosas del pasado.
    En consecuencia exigimos se tomen las medidas para impedir que un año más se lleve a cabo una iniciativa sin sentido como ésta y que, en su lugar, se promuevan actividades complementarias más importantes para que la juventud andaluza supere los altos índices de fracaso escolar y los notables déficit educativos.
    Queremos también hacer un llamamiento a los responsables de los centros educativos, especialmente al profesorado, para que no colabore con iniciativas que, lejos de aportar algo positivo a la educación de sus alumnos, hace el juego a los intereses económicos del sector y resta tiempo y energía que serían mucho más importante dedicar a otras actividades. Para ver toros, mejor las dehesas que las plazas donde son violentamente tratados hasta darles muerte.
    Por último, queremos alertar sobre los contenidos de las charlas promocionales en las que se defienden opiniones (sobre el sufrimiento de los toros, el peligro de extinción de la supuesta raza de toros bravos o la desaparición de las dehesas) que están en abierta contradicción con los datos de que disponen los científicos (zoólogos, fisiólogos, genetistas, ecólogos) y de los que sería imprescindible informar a los alumnos.

  2. EDUCAR EN LA CRUELDAD.

    Parece paradójico cuando hoy en día existen tantas voces solicitando a los órganos de Gobierno la elaboración de leyes para la protección de los animales, y cuando una y otra vez se insiste en la necesaria reforma del Código Penal en materia de maltrato animal, que nos encontremos con iniciativas, que por ser tan incoherentes e incalificables, se diría que rayan en lo perverso.

    Y una de ellas es llevar al plano educativo el apoyo a la fiesta de los toros.

    Desde hace cinco años, con el visto bueno de la Delegación de Educación de Sevilla y la colaboración- suponemos económica- del Ayuntamiento, se está promocionando la asistencia a novilladas en la Maestranza como una actividad extraescolar de los centros de enseñanza para los alumnos mayores de catorce años.

    Realmente este tipo de iniciativas dejan perplejo a más de uno y, como primera reacción para hallar una justificación a este despropósito, es preguntarnos si es que existe una necesidad en ciertos sectores por fomentar esta clase de espectáculos entre los jóvenes. Si la hay, es quizá porque los gustos de los jóvenes de hoy no van por esos derroteros. En ese caso, debido a la falta de demanda, se hace perentorio crearla.

    Puede así deducirse que es necesario para los sectores implicados, generar más atención por parte de los jóvenes hacia este tipo de espectáculos, pues organizarlos en un futuro próximo podría dejar de ser rentable; por ello se ofrecen gratuitamente todas las entradas para esta nueva “actividad extraescolar”.

    Ante esta clase de noticias, se diría que existe una tendencia inversa en la clase política en relación a lo que actualmente manifiesta y siente la sociedad en su conjunto.

    Está claro que en lo que respecta a la consideración y al respeto por los animales, es obvio que aquí nos encontramos con una trivialización o banalización de la crueldad, pues a base de machacar por todos los medios con grandes frases y expresiones grandilocuentes, se va imponiendo por la vía de lo subliminal la idea de que las corridas de toros, las novilladas o las becerradas son espectáculos, que por habérseles otorgado un supuesto carácter cultural o artístico, pueden y deben formar parte de nuestro ocio sin ningún tipo de escrúpulo.

    Pero he aquí que ahora nos encontramos con que se ha dado una vuelta más de tuerca: el siguiente estadio para conseguir la percepción que se pretende en los ciudadanos, es llevarlo al plano educativo. Es necesario crear la idea de que el gusto por el espectáculo de los toros es un valor en la formación de los más jóvenes y por tanto debe ser materia de los programas de enseñanza. De ahí su concepción como una actividad extraescolar más.

    Parece inconcebible que desde instancias oficiales se facilite con tanta ligereza la promoción de espectáculos crueles donde corre la sangre y que están basados en la tortura de un animal hasta su muerte agónica. Son espectáculos que a la mayoría de españoles les repugnan por bárbaros y retrógrados, sin embargo ahora se incluyen directamente como una actividad más en los centros educativos, dirigidos a los alumnos de los institutos de enseñanza secundaria.

    En lugar de pensar en incluir alguna vez el respeto a la naturaleza y a los animales en los planes de enseñanza; en lugar de legislar a favor de la protección animal, tenemos que contemplar cómo se promueven políticas que lo único que hacen es fomentar los instintos más bajos, como es regocijarse con la forma en que se da muerte a un noble animal.

    La Delegación de Educación debería controlar más los programas de actividades extraescolares, así como el Ayuntamiento podría emplear mejor su tiempo y el dinero de todos en promover otro tipo de enseñanzas que eduquen de verdad, pues es una verdadera bajeza moral educar a nuestros jóvenes en la crueldad.


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