La democracia, nuestra patria:aquel 23-F.

sábado 29 de julio de 2006

Yo estaba en la segunda planta de la sede del PSOE,entonces en la calle Placentines como la del PSP, trabajando con otros compañeros en la ofcina técnica desde la que asesorabamos a los neófitos ayuntamientos democráticos gobernados por los socialistas en nuestra provincia. Mientras ,en la puerta del piso, el compañero que atendía el teléfono, Pepe de Pablo, escuchaba la radio que retransmitía en directo la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. Lo acompañaba un policía nacional que tenía la orden del gobernador civil de estar allí porque días antes ETA había amenazado con atentar contra los partidos políticos y contra el PSOE, específicamente. Estaban escuchando la votación y sonaron los disparos… enseguida todos nos fuimos hacia la radio… Recuerdo que el policía nacional no hacía otra cosa que subir y bajar las escaleras, nervioso… y le preguntamos:’¿Qué pasa?’. ‘Que no sé si me van a mandar deteneros o protegeros’, nos contestó.

Era un momento de desconcierto total, en el que lo único que se nos ocurrió fue esconder los archivos por si iban a la sede que no los descubrieran, que las fichas de los compañeros no sirvieran para una posible represión. Lo mismo hicieron otros muchos, como Josele Amores. Nada más esconder los ficheros en un lugar seguro me marché hacia Burguillos donde nos reunimos el alcalde y varios concejales del Ayuntamiento. Una inconsciencia, visto ahora con el paso de los años, quizás no teníamos que habernos encerrado allí (éramos tan jóvenes…). Nos enteramos después que pudo pasarnos de todo: en el cuartel de la Guardia Civil se habían presentado varias personas reclamando armas para ayudar a detenernos o quién sabe para qué.

Catalina en Cuba

domingo 20 de agosto de 2006

(Foto: M.A.S. Cuba 1978)

Estoy leyendo en Chipiona (agosto 2006) un libro,Cuba ,La revolución:mito o realidad, que me dedicó y regaló recientemente Carlos Franki. Y al hilo del comentario de placero: Alfredo, a ver cuándo metes algún post divertido. Tus comentarios son demasiado ladrillo y no invitan a participar… he recordado una anécdota de mi primer viaje a Cuba ,con 21 añitos.Fue en 1978,con motivo del Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes.Viajamos en un barco soviético que partió desde Odessa y que nos recogió en Barcelona, y que por cierto no era nada austero como pensábamos. Éramos centenares de jóvenes de distintos partidos de toda Europa aunque distinguíamos perfectamente a los soviéticos del resto porque ellos eran los únicos que vestían vaqueros americanos auténticos, los demás, en especial los españoles, no pasábamos de los LOIS de entonces. Fue un viaje de doce días en barco de ida, de diez de estancia en la isla y de otros doce días de vuelta. Una experiencia que no se olvida porque por vez primera constaté las diferentes formas de pensar de la juventud, no sólo desde la izquierda, sino también de los movimientos liberales o nacionalistas y tuve ocasión.Y además pude comprobar el aislamiento de Cuba con respecto a «nuestro» mundo.Tanto era así que la gente por la calle nos llamaba los soviéticos, porque los únicos que los visitaban eran los soviéticos y los de la “rada”, como les decían a los de la República Democrática Alemana… ellos eran los únicos del Este europeo que tenían poder adquisitivo para viajar hasta allí. Algunos chavales cubanos,en medio de una conversación en la que nos daban sopa con ondas en aspectos científicos y culturales,nos preguntaban:»Vosotros como es que habláis español si no sois latinos(latino-americanos) sino europeos.
En aquel viaje estuvo también la sevillana ya fallecida Pina López Gay( entonces secretaria general de la Joven Guardia Roja de España ),el sevillano Juan Antonio Barragán(secretario de las Juventudes Socialistas),el vasco «Poto»Múgica (que luego vió como los canallas de la ETA asesinaban a su padre ,sevillano de devoción,ante sus jóvenes ojos) y otros muchos que acabaron siendo dirigentes políticos después en sus respectivos países de fuerzas políticas de todo el espectro democrático.Entre los españoles ,además de los democratacristianos de Ruiz Gimenez,estaban hasta los jóvenes de Reforma Social Española.

En Cuba hice amistad con dos cubanos: uno era estudiante de medicina, muy integrado en el régimen, y otro químico, muy crítico con Fidel. Pero los dos acabaron marchándose de la isla cuando los marielitos.Bueno,lo de «algo divertido»se ha chafado conforme iba escribiendo y brotaban recuerdos que no he querido soslayar…

La anécdota sin embargo vino de la mano de ,entre los muchos nacionalistas que formaban parte de aquella magna delegación,una joven catalana llamada Roser, muy radical, que no desperdiciaba la ocasión para hacer patria allá donde se encontrase. Los niños cubanos nos pedían autógrafos… y entonces nosotros poníamos ‘Fulano de tal, Sevilla, España’. Ella sólo ponía ‘Roser,Catalunya’ y obviaba lo de España. Una vez una niña cubana leyó en voz alta: ‘Roser Catalina’, y así se quedó: fue Catalina para todos nosotros durante el resto del viaje sin que le hiciera demasiada gracia,claro.

"Entrevista con la historia·"

Ha muerto Oriana Fallaci, a causa de «el otro», como llamaba a su cáncer de mama… Recuerdo como si fuera ayer mismo el día que me regalaron su «Entrevista con la Historia» una obra en la que de primera mano se hacen preguntas discretas e indiscretas a un grupo de politicos y militares que jugaron un papel trascendental en las gestas belicas o politicas de el periodo comprendido del 1960 hasta 1970. Entre los personajes de sus entrevistas encontramos a Henry Kissinger, principal impulsor de la guerra de Vietnam y primer derrotado por la misma, Golda Meir, Yaser Arafat, Indira Gandhi, Ali Bhutto, Hailé Selassié…

Tendría yo 17 años, más o menos.y acaba de iniciar mi carrera en la Facultad de Medicina. Fue un descubrimiento para mí: la política internacional, a través de aquellos personajes entrevistados por Oriana, empezó a interesarme por sí misma, más allá de lo que supusiera para lo que estabamos viviendo en España. Y era contar las cosas crudamente pero sin la pretensión de cambiarlas. Érase que se era el final de la dictadura.

Luego supe que la censura me había escamoteado varios capítulos.Y mucho más tarde supe de la evolucion del pensamiento de la Fallaci tras vivir el 11-S y de su Eurabia y la»islamización de Europa» y de su apocalipsis autoentrevistándose. Pero para mí, siempre quedará como aquella mujer partisana antifascista, liberal y laica, que estudió medicina en Florencia a base de becas pero lo dejó por ser periodista y viajar por el mundo en busca de sus encuentros con los protagonistas, para bien unos y para mal otros, de la historia. Oriana Fallaci, aquella tentación vencida. O no tanto.

¡¡ Vaya pedazo de oposición.!!

viernes 28 de julio de 2006

Estudiaba en el tren tantas veces cuando iba a Madrid que, en el Expreso, cuando ocupaba mi asiento y una vez se cerraba el vagón-cafetería, venía el revisor, que ya me conocía, me llamaba y me dejaba entrar en la cafetería para que me concentrase sólo en el estudio… Oye, me servía muchísimo… Es que eran muchas horas de viaje.

En las oposiciones había una parte clínica, otra epidemiológica y otra administrativa, de leyes y de normas, y en eso no había quién me aventajase. Por ejemplo: la Ley de Bases de la Sanidad de 1986. Había participado en su redacción, por lo tanto me acordaba de los capítulos y de los artículos de esta ley con memoria emocional… Podía por tanto fallar en otros temas, pero tuve suerte, no me puedo quejar en la vida,:la pregunta clínica no fue sobre una enfermedad conocida, de las viejas, de las de manual manoseado por los opositores que llevaban el año entero preparándose en las academias ad hoc .Nos preguntaron por el SIDA y por aquel entonces el síndrome de inmunodeficiencia adquirida no estaba en los libros. Para saber del VIH había que haber leído revistas y publicaciones y ése seguía siendo mi hábito, como siempre… En fin, que fui uno de los veinticinco de aquellos tres mil médicos que aspirábamos a conseguir una plaza de funcionario del Cuerpo nacional de Médicos Inspectores.

Aquellas oposiciones me otorgaron seguridad y me permitieron ver las cosas con una perspectiva diferente. Cuando me eligieron diputado provincial en 1983 había renunciado a mi plaza interina sin pensármelo dos veces. Ahora era más consciente de que, así, podía seguir en política o no seguir y no temer por tu futuro, ni, sobre todo, por el de los tuyos. Quería estar en la política sin condicionantes, es decir, que cuando tuviera que irme, lo hiciera sin más, con mi puesto de trabajo, con mi plaza. Eso me sirvió, por ejemplo, cuando me presenté a la “candidatura renovadora”.Pero esa es ya otra historia.

Fue en la Universidad.de Sevilla…

jueves 10 de agosto de 2006

Fue en la Universidad de Sevilla,en el patio de la Facultad de Derecho , donde había sido profesor de laboral,cuando ví por primera vez a Felipe González. Recuerdo que el patio estaba abarrotado, que el acto debería haberse celebrado en el Aula Magna pero que hubo tal asistencia que se optó por un espacio abierto y más amplio para que todos cupieran. Isidoro (el nombre de guerra de Felipe en la clandestinidad) tuvo que dirigirse a los presentes desde un balcón del Aula Magna. Habló de la situación de los jóvenes, de expectativas, de libertad. Desde abajo, desde el patio, hubo varias intervenciones… Recuerdo la voz peculiar de Isidoro Moreno (hoy catedrático de Antropología y entonces destacado militante del PTE, Partido de los Trabajadores de España, de orientación maoísta) y a toda la plana mayor del socialismo renovado.

Recuerdo aquellas otras reuniones internas en las que nos sentábamos en el suelo, a veces en el césped, otras sobre los libros, y hablábamos de la célula..No, no repasábamos citología ante el temario de Biología, Nuestro punto de encuentro era la Fábrica de Tabacos, frente a la Facultad de Filosofía y Letras… Allí entré en contacto también con profesores como José Luis López López , que nos dio muchas conferencias sobre el marxismo, y a su mujer Mariní ,que entonces ejercía en el Instituto de Alcalá del Río .Porque ell ambiente en Derecho, en Filosofía, en las facultades de letras era mucho más proclive que en las aulas de Medicina. Durante algún tiempo estuve yo solo como militante de Juventudes Socialistas. Tan solo que -en esa costumbre que había entonces de colocar a la entrada de las aulas unos grandes cartelones, en papel de estraza primero y después en papel blanco, en el que se escribía cualquier mensaje de las organizaciones hacia los estudiantes…- cuando yo hacía los murales necesitaba la ayuda de otros chavales de otra organización porque yo solo no podía. En las esquinas colocábamos esparadrapos, primero de color carne y luego blanco. Así que iba con mi rollo bajo el brazo y lo primero que tenía que hacer es buscar a alguien de otra organización de izquierdas y pedirle que me echara una mano.

Aquellos primeros mitines.

miércoles 26 de julio de 2006

 

Ya lo he escrito antes. No me acuerdo cuando dí el primero, porque eso se hace poco a poco. Primero intervienes en una taberna de pueblo, en el salón de un bar, luego en un local más grande, incluso con el televisor puesto… hasta que luego hablas delante de doscientas personas, después de quinientas, luego de mil…, en fin, he participado después en mítines con Felipe González y con Jose Luis Rodríguez Zapatero ante decenas de miles. A mí me tocaba unas veces de telonero, otras de joven de la película, otras como el universitario… Siempre en esos mítines estaba la figura del viejo militante, la generación intermedia y luego el joven militante: el chaval. Ése era casi siempre mi papel en esos primeros mítines.

En uno de mis estrenos como mitinero, un gesto de Alfonso Guerra me tranquilizó y me aportó seguridad. Él cuando subía a un escenario, lo dominaba todo. Esa vez, andaba yo por ahí, muy inquieto, y se me acercó. Me dijo:’¿Cómo estás?’. ‘Muy nervioso’, le dije,’… y tú?’. ‘Yo…, yo no sé ni qué voy a decir’. Y era verdad, ví que también él estaba nervioso. Pero subió al escenario y como si nada.Ahora,cuando noto que alguien, novato, suspira inquieto poco antes de subir a la tribuna, me acuerdo de aquél día y le digo: «no te preocupes,eso nos pasa a todos… pero sólo las mil primeras veces».

Mi primera experiencia (profesional).

martes 25 de julio de 2006

(Con el profesor Bedoya, catedrático de Obtetricia y Ginecología en la Facultad de Medicina de Sevilla)

Comencé de médico de puerta en el Hospital de San Lázaro, en un verano, y para hacer sustituciones. Suplía la ausencia de un facultativo que había cogido mes y medio o dos meses de descanso, acumulando guardias y festivos y me dicen que tengo que trabajar todos los días, de lunes a domingo y de mañana y de noche. Aquello era muy raro. ’¿Cuándo descanso?’, pregunté. ‘No hay problemas, esto es muy tranquilo, no hay apenas actividad. De día sí se trabaja, pero por la noche se descansa siempre’, me dijeron… En fin, que acepté. Pero las cosas se torcieron.

La Diputación Provincial había organizado en el Cortijo del Cuarto un Encuentro de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, con representantes de toda Europa, en la que se produjo una epidemia de salmonelosis. El médico de aquella acampada fue Patxi Cuberta (hoy delegado provincial de salud en Sevilla), que se vio completamente desbordado y empezó a desviar a los pacientes a nuestro hospital. Primero venían a decenas, y después a centenas… gente de todos los países, con unas diarreas enormes, con una intoxicación alimentaria brutal… Y yo, recién llegado. Llamé a Juan Manuel Flores (compañero de facultad y ahora subdirector del Virgen del Rocío) para que me echara una mano, pero ni aun así… Tuvimos que hacer de todo, atender veinticuatro horas sobre veinticuatro, atender a las llamadas que procedían de los países de origen de aquellos jóvenes… Recuerdo que hablé con el ministro de sanidad de Suecia que me preguntó si era conveniente mandar un avión hospital para recoger a sus nacionales… y lo mandaron.

 

"Nuestra lengua materna es la democracia"

lunes 24 de julio de 2006

 

Jose Andrés Torres, sociólogo y diputado socialista, jefe de gabinete de ZP, opina en el reportaje de Millás en El País que las dificultades de Zapatero con los medios («Lo que hace fuerte a Zapatero es su apoyo social. Conecta con la gente, no con los medios») se explican en clave generacional:«La generación de Felipe González tiene un gran relato sobre sí misma, un relato épico. Nosotros somos una generación sin relato. Más aún: nuestra generación no hace relato, no relata, no escribimos, no hay cosas nuestras».Bien, pues llevémosle la contraria o empezemos a subsanar, entre todos los que pertenecimos en su día a la generación siguiente a la llamada «generación tapón», esas lagunas.

No estuvimos detenidos, pero sí retenidos más de una vez. No conocimos, criaturitas, el mayo del 68, pero sí sus consecuencias inmediatas. Sí contribuimos a construir una democracia que apreciábamos, aunque el sitio que había para nosotros, donde nos pusieron o dónde nos refugiamos, era el ángulo ciego de la sociedad de entonces. Hablemos: «nuestra lengua materna es la democracia» (ZP).

Aquella mañana, eran las 7, me despertó mi abuelo y me dijo: Franco ha muerto. Me lo dijo para que no fuera a la Universidad, porque no iba a haber clases. Pero no le hice caso. Me vestí rápidamente y me marché a la Facultad y me encontré con mis compañeros y muchas botellas de champán explotando. Quizás por mi formación judeocristiana… no brindé… No me parecía mal, pero me chocaba… Había muerto en la cama, no?. Pues ya está. Había ahora que trabajar.

Me tocó, que se dice pronto, el cambio político. Era estudiante de medicina, alumno interno del profesor José María Bedoya. Hubiera sido obstetra probablemente, porque me gustaba lo de traer niños al mundo, pero tras la muerte de Franco… Aquello me cambió la vida. Ya no iba a bastar con la protesta o la algarada como aquél día en que en Marqués de Pickman corría por entre los escombros de las casitas bajas de Santa Teresa y tenía a un policía cerca al que podía haberle tirado una piedra y evitar que, como hizo, me cogiera por la melena y… Alguna vez he bromeado sobre estas cosas con Antonio Bertomeu, el que fue jefe superior de policía de Sevilla, aunque nunca actué de forma violenta contra los grises. Eso lo hacían los ‘troskos’. Ellos buscaban el enfrentamiento, la bronca inmediata… y cuanto peor, mejor. Mi actitud siempre fue otra, por influencia de mi padre…

Recuerdo como en la de 1974, la manifestación más importante que se convoca en la Universidad, impulsada desde Medicina, estudiantes de todas las facultades acudieron a la llamada con la excusa de reivindicar la apertura del Hospital Universitario. Era la excusa, claro. De inmediato las consignas derivaron en gritos a favor de la libertad y contra la dictadura. Llevaba un chaleco naranja y estaba en el grupo de la cabecera de la manifestación que discurría por las cercanías de Medicina. Al lado estaba mi casa, pasamos por delante de ella… y me vieron mis padres. El chaleco me delataba en la distancia. Mi padre entonces bajó enseguida pero no para reprenderme, sino que no se le ocurrió otra cosa que dirigirse a la policía armada, a los antidisturbios, para decirle: ‘miren, no vayan a cargar ustedes contra estos jóvenes, porque ellos lo que están reivindicando son mejoras para la ciudadanía…’. Fíjate lo que hubiera podido pasar… lo podían haber detenido incluso, pero él siempre creyó en su capacidad de persuasión y de convencimiento. Y la influencia, también, de aquél policía. Creo que entonces era capitán… no sé, pero venía al frente de los grises, y se plantaba delante de quienes íbamos a participar en la manifestación. Él me había dado gimnasia y me conocía perfectamente (él nos contaba en clase que cómo iban a perseguir delincuentes si los coches de los policías eran unos “milquinientos pegaos”…). En fin que, a veces, me iba a saludarlo. ‘Profe, qué tal?. Qué pasa niño, cómo estás?. ¿Qué, estudiando, no?’, me preguntaba. ‘Cómo está tu padre?. Bien… ya sabe’, le decía. Y echábamos un ratito de conversación hasta que me decía: ‘Bueno, tú “pallá” y yo “pacá” que esto va a empezar’. Y entonces tocaba la carga… En aquel momento de represión y violencia no había esos odios canallas, sino: yo tengo que “restablecer el orden”… y yo tengo que alterarlo.


Foto: la calle San Fernando en 1968. Archivo Gelán.

Mis abuelos

miércoles 5 de julio de 2006

Yo nací en la casa-escuela de los maestros de La Rinconada (Sevilla). Era la casa de mis abuelos, de Justo Monteseirín González, maestro de los niños y de Herminia García Babio, la maestra de las niñas. Ellos eran originarios de Sevilla capital (ella nieta de un oficial de la Guardia Civil «sanjurjista» y sobrina de un canónigo de la Catedral de Sevilla; él, preceptor de los Benjumea de la época). Pero como maestros estuvieron ejerciendo en distintos pueblos: en Castilleja de la Cuesta, en La Rinconada y en San José. En todos ellos dejaron buena huella y mi abuelo, además, calles a su nombre. Vivieron la época de la escuela unitaria: una aula para niños y otra para niñas. He hablado mucho de ellos en estos años de alcaldía: en cada acto con maestros, con padres de alumnos…Y seguiré haciéndolo.

Mis abuelos paternos sin embargo llegaron a La Rinconada fruto de una aventura empresarial. Tenían un dinero, de una herencia, y la invirtieron en una panadería de San José de la Rinconada. Mi abuelo Alfredo, nacido en las minas de Aznalcollar y maestro de taller en las Minas de Riotinto(allí nació mi padre), murió joven de un infarto cardíaco (como todos sus hijos varones después) cuando yo tenía muy pocos años. Lo recuerdo hoy, no sé si realmente sería así, como la representación del obrero ilustrado… siempre me ha parecido, con el paso de los años, que había una similitud entre él y Pablo Iglesias, no por razones o pensamiento ideológico, sino porque como él, que era maestro de imprenta, también tenía un nivel cultural superior al del resto de los trabajadores. Mi abuela Victoria Centeno era de familia de empresarios, afincados en el reino de Sevilla (Galaroza, Zalamea, Aracena… y luego Sevilla), algunos de ellos republicanos, liberales, gente con una mentalidad laica, que sufrió la guerra y que tuvo que exiliarse incluso.
Así se conocieron mis padres: la hija de los maestros y el hijo de los panaderos de La Rinconada. Muchas veces he dicho que yo soy hijo de la «reconciliación nacional». Pero de eso escribiré otro día. Ahora tengo que irme a los Jardines de la Caridad a escuchar lo que sostiene Mañara.

Los Escolapios y don Juan Centeno


Los Escolapios marcaron mi infancia, mi educación y mi formación posterior,sí.El colegio, el edificio, estaba en el convento de Los Terceros, en la plaza Ponce de León, en Jáuregui… Una de las cosas que me dejaron huella fue que cuando llegué a los Escolapios, como era hijo de un profesor(don Juan) ,de la parte de pago, iba con mi babi azul de rayitas. Pero al otro lado del edificio, en otra parte del convento, estaban los gratuitos, que entraban por otra puerta y tenían otros patios y vestían con un babi del color de papel estraza… A veces, con mis amigos, me escapaba para verlos a escondidas… Aquello me impresionaba… ¿por qué nosotros, los de pago entrábamos por una puerta y ellos por otra?, ¿por qué teníamos unos profesores y ellos tenían otros completamente distintos, con mucha menos consideración académica incluso (no sé si justa o injusta)?. Aquella segregación, aquel apartheid me impresionó mucho… Había unas historias rocambolescas sobre quiénes eran esos niños y por qué estaban allí… Luego, comprobamos que eran niños con pocos recursos económicos y que se suponía que estaban haciendo con ellos una buena acción social, pero para mí, para los ojos de aquel niño, era muy chocante… Aquello se superó y en ello colaboró activamente mi padre:Juan Luis Sánchez Centeno. Él,»don Juan Centeno» para los alumnos, tuvo mucho peso en la renovación y en la transformación de Los Escolapios, tanto que le costó la salud.Y,luego,la vida.

Rabito de pasas

Más abajo, en «Nuestra lengua materna es la democracia« describíamos, entre otras cosas, lo vivido en aquellas manifestaciones…Aquí,un testimonio gráfico,a modo de rabito de pasas.