Esto no puede seguir así

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Desde los diferentes pensamientos y formas de ver el mundo, los ciudadanos y los representantes de la soberanía popular deberemos de generar de una vez una respuesta digna, inteligente, contundente y a su vez global porque, insisto, esto no puede quedar así.

El mundo que salga de esta crisis no puede ser de nuevo el mundo de los productos financieros tóxicos circulando por doquier, el mundo de las presiones especulativas de los mercados, el mundo del rumor y de la avaricia sin medida, de las recetas económicas unilaterales, el mundo de la impunidad globalizada y de los paraísos fiscales.

La soberanía reside en los pueblos, y este principio sagrado, cuyos rudimentos nos enseñaron los ilustrados en la Enciclopedia, cuya arquitectura institucional construyó la Asamblea Francesa, los padres fundadores norteamericanos, o las Cortes de Cádiz, este principio fundacional que se ha escrito con sangre a lo largo y ancho de los siglos y de los continentes, nos debe de dar a todos de la fuerza necesaria para elevar, más allá de las fronteras, una conciencia global que imponga la justicia social, la equidad, la tolerancia y los valores humanos por encima de los intereses de los mercados financieros.

Sólo una acción decidida, fuerte y eficaz de los Estados, agrupados y unidos bajo la premisa del interés de la ciudadanía, podrá encauzar y regular, esto es, establecer reglas para que la necesaria existencia de los mercados a escala global tenga como objeto tanto el provecho de los individuos como el beneficio común de las sociedades. Y no el enriquecimiento asegurado de reducidísimas élites globales, a costa de la incertidumbre y la quiebra del resto del cuerpo económico y social.

Lo que con tanto esfuerzo consiguieron durante décadas las economías occidentales, esto es, equilibrar y hacer más justas las economías nacionales, ahora debe de ser aplicado a la economía global.

Creo que es el principal reto de los próximos tiempos, y la única posibilidad no sólo de evitar nuevos colapsos económicos como el presente, sino de tener alguna posibilidad de conseguir los objetivos del milenio respecto al desarrollo humano y la sostenibilidad del planeta.

Puede, quizás, parecer poco lo que desde una pequeña ciudad en el mundo podamos hacer frente a problemas que son globales, pero será mucho en la medida en que seamos capaces de compartir y hacer circular estas ideas con otros, contribuyendo a generar una conciencia global. En ese sentido, he comprobado hace bien poco, que los poderes locales de todo el mundo, que las ciudades unidas, podemos hacer mucho para generar esa conciencia de ciudadanía y de justicia global, que sirva para que el mundo del siglo XXI sepa hacer frente a desafíos en los que, como antes he dicho, las herramientas heredadas del siglo XX han demostrado ser claramente deficientes, y sus consecuencias las estamos pagando.

En nuestra ciudad el plan estratégico Sevilla 2020 ya se hace eco de estas propuestas que nacen de la iniciativa ciudadana en todas las urbes del mundo civilizado.

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