La Isla de la Cartuja : el legado directo de la Expo92 de Sevilla

En Sevilla, gracias al impulso de La Corona y a la determinación del Gobierno de Felipe González, y de todas las administraciones, el Estado Español culminó la mayor empresa de reequilibrio y de igualdad territorial que hasta entonces se había hecho en nuestro país.
Apostar por Andalucía, apostar por Sevilla, fue una decisión estratégica de España, una decisión de justicia histórica, pero también una decisión inteligente. Cabe preguntarnos qué sería hoy de Andalucía, de la mitad sur de España, no ya sin la Expo, sino sin la posibilidad de reequilibrio que el estado de las autonomías ha propiciado. Seguramente estaríamos, sin poner ejemplos de países cercanos, ante una grave situación de desigualdad norte-sur que habría hecho imposible el espectacular avance económico español de las últimas décadas.
Y Andalucía y Sevilla demostraron que todo, absolutamente todo, hasta la última peseta que se invirtió, hasta el último esfuerzo que se realizó en aquellos años, ha dado su fruto y multiplicado por mucho.

Hoy Sevilla, como capital de Andalucía y centro de una gran región urbana, afronta proyectos y realidades industriales y económicas que no serían posible sin el gran esfuerzo de aquellos años. Y con la continuación de ese esfuerzo, por supuesto. Yo pienso que sin las transformaciones de la Expo’92 EADS-Casa no hubiera apostado por Sevilla. Sin la Expo’92, Sevilla no estaría entre los primeros lugares de turismo en España. Sin la Expo’92, proyectos industriales como el de Heineken, el Puerto, Abengoa o Renault seguramente no hubieran prosperado. Un territorio llamado en los sesenta y setenta a convertirse en objeto motor de una gran operación especulativa y que las primeras autoridades democráticas consiguieron salvar para el interés público. Una historia que me recuerda otra más reciente y que sin duda también tendrá un final feliz como ésta.